viernes, 20 de enero de 2017

INFINITO... LIBERTAD

Ayer le dije a mi hijo de 3 años que le quería infinito.
- ¿Mama y que quiere decir infinito?- preguntó.
- Que te quiero mucho ¡muchiiiisimo! 
Él abrió los brazos el máximo que pudo - ¿Así?
- ¡Más todavía! una cosa infinita es aquello que no termina nunca.- Respondí
- Aaaah... entonces... ¡Yo también te quiero infinito! y cuando llegue papá también se lo voy a decir- dijo contento y nervioso para que llegara el momento de poder pronunciar la palabra mágica.
Miramos a través del cristal y le mostré el cielo, también era infinito. Y nos subimos a la bicicleta y peladeamos hacia el mar, también era infinito...

La infinidad, la libertad, la ausencia de límites pueden transmitir alegría o miedo. A menudo tendemos a sobreproteger a los niños y estos se acostumbran a vivir entre limites constantes. El aula con sus cuatro paredes, el parque o el jardín con vallas y muros, el papel con su tamaño DIN A4 (o si hay suerte DIN A5), las normas de comportamiento (no gritar ni correr dentro de casa... las filas en los pasillos de la escuela...). Nos sorprendemos repitiendo aburridos/as - cuidado con esto... o con aquello... juega tranquilo que puedes romper algo... siempre poniendo limites. 

Por esta razón es placentero y necesario para niños y padres gozar del máximo de momentos en espacios libres, con pocos limites visuales y físicos, descubriendo la naturaleza, valorando la belleza que nos rodea, sensibilizando a los pequeños para que valoren y respeten la riqueza que nos ofrece nuestro entorno:  

corriendo por el campo hasta rendirse agotado, dibujando en la arena infinita con un palo, sin miedo a equivocarse o ha salirse de los margenes, gritando en medio de la montaña esperando que el eco nos responda, compartiendo la magia de las noches de agosto con la lluvia de estrellas fugaces...



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